A fines de 1907, la Argentine Associattión Football League intima al Club Nacional de Floresta que participaba en la 1ra. Liga en la Era Amateur a que sacara un árbol que estaba al lado de la raya de cal de la cancha que dicho club utilizaba en razon del peligro que ello implicaba para los jugadores ante un choque de los mismos contra el árbol, equipacion argentina 2022 ante ello el club aduce que la cancha no era de su propiedad y no podía sacar el mencionado árbol; debido a ello la Liga lo desafilió y el club literalmente desapareció y sus jugadores que eran muy buenos a tal punto que a fines de 1907 el partido que definía el ascenso lo jugaron Nacional vs. Aunque no se encuentran datos precisos, el Club Atlético Independiente de Avellaneda comenzó a utilizar la piel roja en 1908, cuando el entonces fundador y primer presidente del club, Arístides Langone, asistió al partido en el que el Alumni recibió la visita del Nottingham Forest de Inglaterra. Cuánta mejor campaña hagan más fácil es atraer a la gente del barrio, teniendo en cuenta que el club «está en una zona popular del sur, muy poblada», afirma Julio, «si el club va bien, la propia gente se acerca y se hace socia».
Bruno Carlovich, uno de los cuatro hijos del Trinche, recuerda con ternura aquel reportaje: «Mucha gente de calidad habló en ese reportaje; Pedro Poy, Grandinetti, Valdano, el Loco Bielsa… El Trinche, que originalmente es un hijo del semillero de Rosario Central, se acercó a Tablada a hacer una prueba con el equipo sin fama ninguna y fue «un amor a primera vista» nos rememora Fabián. Trinche, humilde, siempre miró con timidez las grandes luces. Sin embargo, en la ciudad también resiste un club humilde, pequeño, un lugar sentido como propio y como hogar para un barrio popular y quizá el único sitio donde un aficionado de Central y otro de Newell`s se pueden sentar juntos y convertirse en aliados. Julio nos cuenta: «eramos un club formativo, pero ahora todo lo acaparan Central y Ñuls, y después de Messi, te vienen de Buenos Aires, te vienen de Europa». «El desarrollo económico hacía que se duplicase la población cada diez años», nos cuenta Miguel Ángel Capella, otro ex directivo y un veterano socio que ha visto lo mejor y lo peor para los charrúas, el apodo con el que se conoce a Central Córdoba. Gabino Sosa vistió durante veinticuatro años la camiseta de los charrúas, el coloquial apodo de Central Córdoba causado por un periodista apellidado «charra» al que le cambiaron el nombre a «charrúa» tras una pelea con otro compañero.
«Hay una urgencia económica de la familia y los que se van, son argentinos pero no conocen un potrero», cuenta Rodríguez. La leyenda de su calidad quizá se ha visto agrandada por la carencia de imágenes, aunque las crónicas periodísticas sobre su talento son de total fiabilidad. Se respira en las periferias de la Champions, de los campos de estrellas, lejos de Neymar, Vinicius, Mbappe, en el fútbol de barrio, cierto aire de nostalgia sobre el fútbol de ayer. Pasar un rato en el club permite mantener viva la llama del fútbol alejado de los grandes focos, se acaba sintiendo en el ambiente un aire familiar, de charleta y de mate, de compartir algo con tus amigos. Desde hace tiempo, no solo en Argentina, se ha buscado un periodismo deportivo más centrado en el espectáculo, la polémica y los clubes grandes, ignorando la multitud de pequeñas grandes historias que esconden cada club de cada rincón del mundo. Polo granero del país, exportador de carne, Rosario llegó a ser el primer exportador de trigo del mundo en el año 1889. Tiempos en que se estaba construyendo el país, y Argentina contenía un potencial económico y humano inmenso, mirado ahora con nostalgia dentro de la convulsión continúa que es el país en estos momentos.